¿Puedes Oírla?
Un ruido que ensordece, o un sonido inaudible, puede a veces sorprender al alma. Un grito, un aullido, un verbo compartido entre razas, puede llegar a ser la llave maestra que abra las cerraduras ancestrales.
No importa si el sonido proviene de algún minúsculo sitio oculto o si llega arrasando desde el incierto mar oscuro donde hoy me hayo. Siempre habrá un sonido especulando por salir, como una llamada en el vacío, con vivencias sutiles y frágiles que se diluyen en suspiros y gemidos.
No escucharás el sonar incesante de esa música resquebrajada dentro de ti, a menos que indagues en las profundidades del alma, en aquellos instantes en que todo era sonido y silencio.
Místicas musas pronunciaban cantares adornados de amor y sentidos. Murmullos incandescentes que salían a la superficie silenciosa del cosmos, como ramilletes encendidos de calma y tumulto.
Ambigüedades y dualidades que no pueden ser interpretadas si no hay música. Música que no puede ser entonada si no hay voces que amalgamen las notas y entretejan el poema, agónico y desolado entre tanto silencio infinito.
Poema que habla de la mística dulzura de un sonido sin tiempo, sin razones para tener existencia. Monstruos que encantan a las almas con su dulce melodía, vagan por el éter sin dejarse ver, pero dando al aire sus voces claras, resonando en el sentir de los seres que los oyen.
Las melodías llegan al alma, se entrecruzan con los sentidos, erizado las memorias sonoras que aún existen. Dejan rastros audibles y resonantes en las gargantas que se apresuran a gritar, como cantos de colores, como notas extasiadas.
Las melodías aceleran los ritmos, circulan como fuego en las arterias de las vibraciones, modulan sus voces para ser reconocidas. Oyes el sonido de los tambores cósmicos, haciendo el llamado que el espíritu proclama!
¿Oyes la música?
¿Puedes oírla?
Son las almas cantado y contando sus historias. Son las voces del sonido que en el principio fue silencio y hoy comunica su clamor al universo. Es la melodía de las historias vivas que antes fueron mudas y hoy hablan el idioma del amor, de la compasión, del resurgir.
Oye la música, baila con ella, y entona su melodía, siendo arte y sentimiento encadenado a las conquistas ancestrales que resuenan nuevamente en tus latidos.
Oye la música y entona la melodía.
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Fragmento perteneciente a la obra EL VIAJE DE UN ALMA AZUL