AMOR DE UN ÁNGEL
Aún me oigo, hablándote de amor, hace millones de años.
Aún me escucho, leyéndote, explicándote los orígenes de Todo.
Aún puedo oír tus palabras. Es como desenredar una gran madeja donde los hilos son etapas, momentos, apretados, mezclados, uno sobre otro, un instante tapando a otro instante, mientras se enredan en el recordar.
Sosteniendo esa vida, en este espacio de tiempo, como un juego, experimentándolo así, de tal forma que en ese juego se transite la vida misma. Aprendiendo, en forma constante, recordando lo que ya sabías, lo que estaba en tu alma esperando ser descubierto.
En esos momentos te sostengo, interconecto tus conocimientos para que vuelvas a entender.
Existió ese momento en que la Conciencia Única decidió dividir a los seres, separarlos en etnias distintas, situándolos en momentos y tiempos distintos y lejanos. Y allí nos separamos.
Busqué ese punto al cual llegar para comprender, con la urgencia de hablar con los que ya no estaban, de volver a escuchar sus voces. Me sentí responsable de cuidar esa porción de luz que se manifestaba en la realidad a través de la geometría, tan sencilla y profunda de la creación de las almas.
Traté de entender que lo que existe no existe, es la percepción de una mente unificada que, en sus diferentes matices, nos muestra la labor en la cual enfocarnos, pues eso es lo que creamos a través de nuestras creencias.
No necesito el pensamiento, ya que el pensar es medir y, lo que se mide, se fragmenta, creando un conflicto en relación con el concepto de la mente.
Cuando pensaba creía que el aprendizaje me llevaba invariablemente a una manera de entender lo que claramente no se podía explicar. Pero ahora y aquí, comprendo que solo se recuerda lo aprendido hace millones de milenio atrás.
Gracias por ser el ser que eres y el ser que me permites ser.
_Ź⁴
carta de amor de un ser de luz hacia un Alma perdida en el planeta tierra (parte 2)
Perteneciente a la obra El Viaje de un Alma Azul